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- 22 de enero de 2023

Chile tuvo un sueño…

"A diferencia de los Estados Unidos, donde se habla del ‘Sueño americano ', aquí nadie habla de un ‘Sueño chileno '. Pero los datos indican que este sí existió, en la intrahistoria de miles de familias de los más bajos ingresos del país, y fue notoriamente más veraz que aquel. Eso, para el período 2002-18, que es el cubierto por el estudio. ¿Pervivirá en el futuro? No lo sabemos”.

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El concepto del “Sueño americano” está en el corazón de la sociedad norteamericana, que suele verse a sí misma como “tierra de oportunidades”. Conforme a esta visión, en Estados Unidos habría oportunidades razonables de ascender, en el espacio de una generación, desde los niveles más bajos hasta los más altos de la escala social, con independencia de la cuna.

El “Sueño americano” aparece recurrentemente en la cultura de dicho país, especialmente en las películas. Un ejemplo perfecto de esa narrativa lo encontramos en “En busca de la felicidad” (2006), filme protagonizado por Will Smith, que quizá el lector tuvo oportunidad de ver.

Pero una cosa son los “sueños” arrullados por la cultura, y otra distinta es si las esperanzas que infunden hallan asidero en la realidad.

A este último respecto, el estudio más completo proviene de Chetty y otros (QJE, 2014), quienes analizaron la movilidad social en 50 conurbaciones distintas en Estados Unidos, durante el período 1996-2012.

Un parámetro de especial interés fue la probabilidad de que un menor criado en una determinada conurbación, proveniente de un hogar perteneciente al primer quintil de ingresos —el 20% más pobre de la población—, ascendiese en su vida adulta al último quintil —el 20% más rico.

En ciudades como San Francisco, CA, dicha probabilidad se estimó en 12,2%. Ello calificaría a San Francisco como “tierra de oportunidades”, si se estima que la probabilidad de idéntica transición social en Canadá, país considerado como de alta movilidad social, es relativamente similar y alcanza un 13,4%. Sin embargo, la chance del mismo ascenso social para quien se hubiese criado en Atlanta, GA, resultó de solo 4,5%. En tal sentido, quizá no sea mera casualidad que la película “En busca de la felicidad” transcurra en San Francisco y no en Atlanta.

Para Estados Unidos como un todo, la probabilidad de ascenso en una generación, desde el 20% más pobre al 20% más rico, fue de solo un 7,5%. Hasta ahí el “Sueño americano”.

¿Y cómo lucen las cosas en Chile?

El tema ha sido recientemente abordado por Javier Cortés Orihuela y otros, quienes siguen cercanamente la metodología del estudio ya citado. Así, los autores estiman, también, para cada región de Chile, la probabilidad de que un menor proveniente de una familia del 20% más pobre acceda en su vida adulta al 20% más rico, con independencia de en qué región se termine desenvolviendo. En lo que sigue, llamamos a esta probabilidad la chance de movilidad “hacia arriba”.

La investigación siguió la vida de una “cohorte”, aquellos que en 2002 tenían entre 12 y 17 años y que hacia 2018 eran adultos que participaban en el mercado laboral. En tal sentido, los hallazgos deben interpretarse como válidos para esa cohorte en particular y ese período específico, 2002-18. Vamos ahora a los resultados.

Al igual que en Estados Unidos, se encuentra alta heterogeneidad entre regiones. Así, mientras en la Región de Antofagasta la chance de movilidad “hacia arriba” fue de casi un 30%, en La Araucanía alcanzó un 8,5%.

Los autores discuten latamente dicha heterogeneidad y las políticas para aminorarla. Sin restarle mérito a esta perspectiva, ella soslaya lo más relevante: los resultados son absolutamente extraordinarios por estándares internacionales de comparación.

En efecto, en la Región Metropolitana, por ejemplo, la chance de movilidad “hacia arriba” fue ligeramente superior al 13%, muy similar a la de Canadá. Además de la Región de Antofagasta, descollaron también las de Tarapacá y Atacama, donde las probabilidades rondaron el 20%. Bajo igual métrica, las regiones de Coquimbo y Arica y Parinacota superan por amplio margen a cualquiera de las 50 conurbaciones del estudio de Estados Unidos. Por su parte, en Valparaíso, Biobío y Magallanes, las probabilidades resultaron ser ligeramente superiores a las reportadas por los mismos autores para Boston, MA, una de las siete conurbaciones con mayor chance de movilidad “hacia arriba” en Estados Unidos.

No es posible realizar una inferencia agregada a partir de los datos presentados. Con todo, si tomamos como aproximación el promedio de probabilidades regionales, ponderado por población, se obtiene una probabilidad agregada para la movilidad social “hacia arriba” cercana al 13%, que resulta similar a la de Canadá y supera a la de Estados Unidos por un factor de 1,7.

¿Qué significa haber transitado desde el quintil más bajo de ingresos en 2002 al más alto en 2018? En moneda actual, estamos hablando, aproximadamente, de que un menor criado en un hogar con ingresos del trabajo de $150 mil mensuales logró conformar, de adulto, una familia que percibe 2 millones seiscientos mil pesos al mes.

¿Cuántos chilenos o chilenas vivieron esta experiencia, de dimensiones épicas? Asumiendo que los datos que tuvieron a la vista los investigadores se asimilan a los reportados en la encuesta Casen, aproximadamente 520 mil menores de la cohorte estudiada pertenecían en 2002 a familias del quintil más pobre. Con una probabilidad del 13% de movilidad “hacia arriba”, casi 70 mil de aquellos habían ascendido en 2018 al quintil más rico de Chile.

A diferencia de los Estados Unidos, donde se habla del “Sueño americano”, aquí nadie habla de un “Sueño chileno”. Pero los datos indican que este sí existió, en la intrahistoria de miles de familias de los más bajos ingresos del país, y fue notoriamente más veraz que aquel. Eso, para el período 2002-18, que es el cubierto por el estudio. ¿Pervivirá en el futuro? No lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que Chile tuvo un sueño. No lo dejemos ir.